El
trastorno de pánico se ha definido como un trastorno en el que se presenta de
forma recurrente el ataque de pánico: experiencia de aparición brusca de
intenso miedo acompañado de síntomas fisiológicos. Es bastante común en los
pacientes que padecen este trastorno que sientan también miedo persistente a
sufrir otro ataque de pánico.
La persona que sufre un
ataque de pánico presenta algunos de los siguientes síntomas:
• Palpitaciones, golpeo del corazón o ritmo
cardiaco acelerado
• Sudoración
• Temblores o sacudidas musculares
• Sensación de respiración dificultosa o ahogo,
sensación de asfixia
• Dolor o molestia en el pecho
• Náuseas, vómitos o molestias y dolores
abdominales
• Sensación de vértigo, inestabilidad, mareo o
pérdida de conciencia
• Sensación de irrealidad (desrealización) o
sentirse separado de sí mismo (despersonalización)
• Miedo a perder el control o volverse
loco
• Miedo a morir o a estar sufriendo un
ataque cardíaco o alguna enfermedad física grave que ponga en riesgo la vida
• Hormigueos (parestesias)
• Ráfagas de frío o calor
Algunas
personas con trastorno de pánico pueden padecer agorafobia, en la que se asocia
la ansiedad a lugares o situaciones donde el escape es difícil o donde resulta
imposible recibir asistencia, en caso de sufrir un ataque de pánico. La
agorafobia puede darse independientemente del pánico, lo cual sugiere que la
conducta agorafóbica no es inevitablemente un producto de los ataques de
pánico.