En
el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) la ansiedad no se limita a ninguna
situación particular, sino que ocurre de forma crónica, sin que la persona sea
capaz de discriminar qué situaciones producen exactamente sus síntomas. El que
sufre este trastorno de ansiedad responde a señales internas (por ejemplo
pensamientos) y/o somáticas, y a señales externas de amenaza muy sutiles, cuyo
contenido puede ser muy amplio.
El
trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por ansiedad y preocupación
excesivas persistentes en el tiempo y difíciles de controlar. Estas
preocupaciones son sobre diversos tipos de acontecimientos o actividades. Las
más comunes suelen hacer referencia a circunstancias de la vida diaria; son
habituales temas como la familia, los amigos, el dinero, el trabajo, los
estudios, el manejo de la casa y la salud. Pueden ser por cuestiones menores
(reparación del coche, faenas domésticas, llegar tarde a un sitio o a una cita,
etc.) o por cosas que es improbable que sucedan o que, si ocurren, son mucho
más manejables y menos drásticas de lo que ellos piensan.
Las
preocupaciones son relativamente constantes en las personas con trastorno
de ansiedad generalizada, y por lo general únicamente son capaces de dejar un
tema de preocupación ante la aparición de un nuevo tema de
preocupación. Este término es definido por algunos autores como una
cadena de pensamientos e imágenes (especialmente los primeros) con carga
afectiva negativa y relativamente incontrolable, que está orientada hacia un
peligro futuro que es percibido como incontrolable.
Se dan también algunas de las siguientes
manifestaciones somáticas:
• Inquietud, o sensación de excitación o “estar al
límite”
• Fatigarse con facilidad
• Dificultad para concentrarse o sensación de tener
la mente en blanco
• Tensión muscular
• Alteraciones del sueño.